Ese ruiseñor que cada mañana
canta bellos trinos sobre aquella rama,
se ha enamorado de una golondrina
que tiene su nido bajo
el tejado
de mi vieja casa.
Desde allá en lo alto él le entrega su canto
y mientras, ella, escucha embelesada.
Pero llega el frío y
la golondrina tiene que partir.
Es ave viajera y su naturaleza
lo ha dispuesto así.
Pico con pico, dulce beso de pájaro,
y ala sobre ala, es
su tierno abrazo.
El ruiseñor, con mirada lánguida
susurra llorando:
“cuando pase el invierno y vuelva el calor,
golondrina linda, te estaré esperando”
El amor sabe esperar y ya antes de la partida el ruiseñor ansía la llegada de la primavera y su golondrina.
ResponderEliminarPrecioso cuento Montse
Un abrazo
Pajaritos por aquí, pajaritos por allá, jajajjajaa
ResponderEliminarBesos.
¡Qué romántico!, ni que estuviéramos en primavera...
ResponderEliminarSaudades, jaja, ya sabes mi debilidad por los poemillas infantiles para adultos. Me alegro que lo veas como un cuento.
ResponderEliminarUn abrazo
Torito si, torito no!!
ResponderEliminar:)
Abrazos
Tracy, NOOO!! Es precisamente en otoño, cuando llega el frío, cuando las golondrinas emigran a lugares más cálidos. No leíste nunca el cuento del Príncipe Feliz??
ResponderEliminarUn besote
Pues aquí nos quedamos esperando como ruiseñores a que la linda golondrina vuelva a gorjear.
ResponderEliminarLorenzo, cada historia tiene su final y esta no va a ser menos...
ResponderEliminarGracias
Abrazos
los finales y los comienzos no son siempre igual
ResponderEliminarbrindo por vos poeta
Tiempo y distancia, son pruebas mayores para el amor. Si la golondrina vuelve será la mitad de un final feliz, si el ruiseñor la espera con su amor intacto será entonces un final soñado. Al igual que los hombres sobre la tierra, el desear que el amor funcione a pesar de la distancia es sólo la mitad de un buen propósito, lograr con el tiempo que sus corazones no tomen igual distancia es el triunfo verdadero, pero como siempre sólo el tiempo lo dirá, porque en el idioma del amor, volver nunca fue lo mismo que regresar.
ResponderEliminarMe gustó tu obra, tienes una sensibilidad que emociona.
¡Saludos!
Pero bueno... No sabía que habías vuelto. Se me debió de escapar tu aviso en FB.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te hayas animado.
Un besote sol.
Una dura prueba de amor. Dos amores de dos culturas diferentes.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Mucha.
ResponderEliminarCin, cin también desde aquí.
Un abrazo
Juan Carlos, te tiendo esa mano tan amigable que parece salir de la pantalla. Gracias por tus palabras y por tu bonito comentario. Sí, la sensibilidad es uno de mis defectos.
ResponderEliminar¿se nota mucho?
Un abrazo y hasta cuando quieras.
Si, Pilar, estoy de nuevo por aqui, pero no me ha durado mucho la alegría. Se me rompió el router y hasta hoy no me lo han cambiado.
ResponderEliminarPero sí, estoy de vuelta.
Un besote
Mar, la verdad es que como metáfora es todo un ejemplo a seguir. Duro y sobre todo complicado por lo que conlleva.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay, qué tierno el final! Eso sí es un golondrino, no los que yo he encontrado en mi vida ja.
ResponderEliminarMe encanta la idea del nido en el tejado de la casa vieja.
Besos Mon!!!
quizás lo más dificil cuando estás enamorad@...dejar que cada cual vuele con sus alas, dejar suficiente espacio y confianza...mucha confianza
ResponderEliminarUn besazoooooo!!!
Vivian, un poco Becqueriano, pero mío al fin y al cabo, jaja. Me alegro de que te guste.
ResponderEliminarBesos
Anakonda, has hecho un análisis de psicólogo. Por eso me gustan las historias infantiles con trasfondo: dan mucho de sí.
ResponderEliminarGracias.
Un besote
EEE, que esta entrada no la había visto. Hacía tiempo que no publicabas poesías infantiles. Deberías escribir más. Son preciosas.
ResponderEliminarun abrazo
Teresa