"Ven conmigo"

Cuando oyó como la puerta de la calle se abría, su corazón y la lectura que tenía entre manos se paralizaron a la par.
Alguien había entrado en la casa. Obviamente tenía llave y, eso era lo peor. Hasta ahora, ella y su difunto marido eran los únicos que podían abrir o cerrar esa puerta.
Con dificultad, agarrotada por los años y el miedo, se levantó de su sillón y se dirigió con pesados pasos hacia la entrada.
Había luz, pero no se trataba de la clase de luz que emite una bombilla. Aquella claridad era distinta, como si emanara de las paredes, un halo dorado pero a la vez frío, se extendía por la estancia y, en un rincón… Todo sombras.
De repente, una voz surgió de las tinieblas.
“Ven conmigo”- escuchó.
Era su voz, no había duda. Intentó adivinar alguna forma recortada en la penumbra, una figura, algo tangible, pero sólo tinieblas y luz; cegadores brillos y sombras, se repartían el espacio.
“Prometimos aquel día que el primero que muriera volvería a buscar al otro y, lo ha cumplido” –Susurró entre dientes y, cerrando los ojos por unos segundos, comenzó a caminar hacía las sombras. Cuando por fin se decidió a abrirlos, y enfrentarse a su destino cara a cara, el escenario era completamente distinto, ya no había oscuridad, ni extrañas luces atravesaban las paredes. Sin saber cómo, volvía a estar recostada en su sillón, bajo la claridad de la ventana de la salita en donde, sólo unos minutos atrás, leía plácidamente.
Un suspiro de alivio salió de su boca y su rígido cuerpo, comenzó a relajarse.
“Me he quedado dormida y estaba soñando” –Pensó para sí.
Y en aquel momento, escuchó como la puerta de la calle, que aún permanecía abierta, se cerraba suavemente…