Este comentario en mi post anterior ha vuelto a conmoverme de tal manera que he decidido publicarlo como una nueva entrada siguiendo los deseos de Alex, que me prestó toda la información que aquí podreis encontrar. Y puesto que el tema tiene tanta transcendencia, si alguien tiene más datos, mandadlos para que los compartamos entre todos.
Hace poco vimos en clase de estructuras políticas el tema de la tortura.
Me gustaría añadir a esta entrada datos interesantes sobre este asunto, como por ejemplo que actualmente la tortura comienza a tener sus justificadores en universidades de occidente y a emplearse como herramienta por aquellos países democráticos que durante décadas han perseguido a los torturadores.
En tiempos de Stalin te sacaban los dientes con unas tenazas, te incrustaban alfileres debajo de las uñas; te ataban desnudo a un camastro desvencijado y te aplicaban agua hirviendo hasta que la piel se te llenaba de ampollas; entonces con un rallador te iban arrancando la epidermis de la espalda a tiras y sobre la carne viva derramaban aguarrás.
En la dictadura argentina entre los años 1976 y 1983 a las mujeres y a los judíos patrios les introducían ratas en la vagina o el ano, que iban labrándose camino a través del útero con despiadada voracidad para terminar comiéndose su colon crudo. Luego te ataban de pies y manos a un yunque y te tiraban a alta mar para que los tiburones saboreasen tus hígados.
En un centro de detención y tortura política durante más de 25 años de gobierno de Saddam, la policía secreta gustaba de flagelar a sus víctimas, arrancarles las orejas y pincharlas contra la pared, dejarlas sordas con golpes administrados a los tímpanos, ciegas punzándoles el iris o desangrarlas mediante una acupuntura salvaje de pequeños cortes por todo el cuerpo.
Aunque no hay que irse tan lejos en el tiempo, porque en julio de 2007, por ejemplo, cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino acusados falsamente de inocular el virus del SIDA a 400 niños libios fueron torturados. El doctor testificó que fue enjaulado maniatado con perros de presa en celo, con el objeto de que lo penetrasen analmente; lo violaron con un palo de fregona y le aplicaron descargas eléctricas directas a sus orejas, cabeza y testículos. Pensó en suicidarse, pero no tenía con qué.
Otro ejemplo de tortura actual es el famoso caso de Alexsander Litvinenko, al cual le introdujeron una “microbomba radiactiva” en el cuerpo que llegó a su sushi japonés de pescado fresco en una pequeña cápsula de polonio 210. El resultado de esa digestión fue hemorragias incontrolables y una muerte lenta por defunción paulatina de las células que perforó sus intestinos y sus vasos capilares después de dejarlo completamente calvo sobre una cama de hospital convertida en un potro de tortura.
Este ha sido el primer atentado con un arma radioactiva en la historia de la humanidad y también un acto premeditado de tortura química.
En fin… que algo tan detestable como la tortura sigue presente en nuestro planeta, aunque ajena a la rutina de quien no la padece. 50 años después de Auschitz la tortura no sólo no ha sido erradicada, sino que se practica habitualmente en las prisiones de casi todas las dictaduras del planeta.
¡Un saludo!
¡¡¡MIL GRACIAS ALEX!!!
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