Por tan sólo una visita...

Hoy he ido a visitar a una amiga que acababa de ser intervenida “tres en uno”, como el aceite. Tres operaciones a la vez por aprovechar la anestesia. Gracias a Dios está perfectamente, pero me contaba sus miedos, su agradecimiento a los médicos, cómo los problemas pasan de grandes a pequeños ante uno mayor, y como después vuelve la calma…
De repente, me abrazó con tanto cariño agradeciéndome el que estuviera allí, escuchándola…
Yo hablaba cuando la veía cayendo; le contaba cosas graciosas para que olvidara sus dolores, sus temores, y a la par algo en mi interior iba construyendo un reglamento de conducta propio.
En el coche, cuando volvía a casa, ya iba diciéndome a mí misma que a partir de ahora tengo que:

-Aprender de todo lo que la vida o los demás, me quiera enseñar.

-Abrazar al que lo necesite, pero no guardarme nunca un abrazo de cariño o agradecimiento, que tanto fortalecen el alma y el espíritu tanto del que lo da,como del que lo recibe.

-Luchar por lo que crea justo, intentar hacer realidad mis sueños, soñar con todo lo que quiera conseguir.

-Sonreír ante cada oportunidad, llorar si hace falta, que las lágrimas lavan las penas.

-Hablar cuando el silencio haga daño, y callar si el silencio da paz…

-Extender la mano a todo aquel que me la pida y tomar la de aquel que me la da.

¿Difícil?
Mi amiga y su actitud me empujaron.

(La imagen que ilustra esta entrada ha sido tomada de la RED, si está protegida por derechos de autor, o molesta en algún sentido la retiraré)