Retazos de Caribe

El viaje

Después de casi 7 horas en el avión, lo que menos te importa es que un molesto sol, entre por la ventanilla del aparato cegándote completamente, cuando tu reloj marca la 1 de la madrugada. Ante mi sorpresa, sobre algo tan insólito, comparto mi descubrimiento con mis hijos, que al tiempo que ríen, me dicen:
-Mami, tu flipas.
Si, flipo. Yo ya sé lo del desfase horario, y se echar las cuentas de las 6 horas de diferencia, pero verlo así en vivo, la verdad, cuesta …
Terminada ya la recogida del último simulacro de “comida on board” ( Es injusto llamarlo así, porque de comestible tenía bien poco), iniciamos el descenso.



Ya en el aeropuerto, que es como podeis ver en esta imagen totalmente caribeño, y tras casi otra hora de interminable espera para recopilar nuestras maletas que iba apareciendo en las cintas transportadoras, cual grifo mal cerrado, gota a gota,( ya se sabe que aquí las palabras “prisa” o “nervio” no existen…) Por fin, cogemos el bus para dirigirnos al hotel.
El camino esta asfaltado, la otra vez que estuvimos aquí hace más de 10 años, no lo estaba, pero sigue tan estrecho como una culebrilla, y ahora con un peligro añadido; las cegadoras luces largas de los coches que circulan en sentido contrario, ya que aquí están permitidas.
"Como la carretera esta tan mal señalada, si no llevamos las largas, nos salimos y no nos enteramos" - Puntualiza el conductor.

La llegada

Por fin llegamos al hotel; nuevos papeleos y registros, y tras casi otra hora entre recepción ,con coctel de bienvenida incluido, y traslado a la habitación vía trenecito ( será esta nuestra primera toma de contacto con el modo de moverse de un lado a otro dentro del conjunto ) también se podría ir andando pero como advertiría luego, las distancias son tremendas, y el sitio es tan extenso en vegetación y edificaciones, todas ellas iguales, que esta segunda posibilidad se hace casi imposible, puesto que ni el explorador más consagrado, dejaría de perderse en este laberinto. Benditos trenecitos que día y noche dan vueltas y vueltas al rescate de huéspedes en apuros…

Ya en la habitación nos percatamos de que en España son las tres de la mañana, y aquí simplemente está empezando a anochecer como cada día, a las 9. No sabemos cómo estamos así de frescos …
Sin deshacer siquiera el equipaje nos dirigimos a la caza y captura de algo decente que comer, en alguno de los restaurantes, de los 10 que supuestamente hay en el complejo… y digo supuestamente, porque acabamos parando otro trenecito para que nos llevara a alguno. Por más vueltas que dimos, no encontrábamos ninguno. Y no me avergüenza decirlo, los trenes van siempre llenos de gente tan desorientada como nosotros…

Por fin nos decantamos por uno tipo buffet en el que apenas había gente, o simplemente no la veíamos, porque el sitio estaba iluminado con bombillas de menos de 10 vatios, y alguna que otra vela. Y no os penséis que es cuestión de romanticismo, ahora se la razón, ¡evitar atraer a los mosquitos! que como no ven luces en los exteriores se quedan definitivamente en las habitaciones…

Total, después de cenar y deshacer el equipaje nos fuimos a la cama a las 11 de allí, pero a las 5 de la mañana de España.

Y esto ya es otro día, y una nueva historia.