Killer

Cuando llega visita a casa tenemos que atar al perro, Killer, no porque muerda, sino por lo pesado que se pone pidiendo caricias y poniéndose de pie apoyándose en cualquiera para, si puede, darte un lametón.

No es agradable para las visitas verse con la cabeza de un bóxer, pegada a su cara… Y encima llamándose Killer ( asesino)... , jaja.

Solución: atarlo.

Siempre es lo mismo, desde su puesto, encadenado a un gancho de la pared, ofrece su pata al que llega y con ojos lánguidos busca algún cariño o caricia por parte del visitante…

Un día con las prisas y los intentos del perro por no ser amarrado, cerré la cadena en falso, es decir, estaba suelto, pero él no lo sabía.

Se mantuvo en su puesto sin ademán de escapar, hizo lo que siempre, tendió su mano, pero no se alejó de su sitio. Cuando la visita se marcho, y me acerqué a soltarlo fue cuando me percaté de que había estado suelto todo el rato…

Y esto me hizo pensar en cómo a veces teniendo algo al alcance de la mano, lo damos por perdido simplemente por costumbre, o por no arriesgar.

Si el perro hubiera sabido que estaba suelto, se hubiera alejado de su rincón y, hubiera conseguido su libertad…

Si nosotros supiéramos que a veces podemos conseguir algo lo intentaríamos, pero ES IMPOSIBLE, SIN NI SIQUIERA INTENTARLO.

Siempre tenemos que arriesgarnos y jugar, ya que nunca sabemos cuando la cadena pudo quedar desenganchada…

__Para ese caballero del Medievo  que escribe poemas y, cuyo corazón llora por falta de Amor... __