Por fin llegó el tan esperado permiso.
Las momias podrían ser estudiadas tanto por dentro como por fuera.
Hacía ya dos años que aquel enterramiento colectivo egipcio, había sido hallado, pero la inevitable burocracia, y las tareas de limpieza de restos de miles de años, iba retrasando una y otra vez el ansiado momento.
Eran 4 momias colocadas simulando los vértices de un cuadrado, nada especial en ellas salvo jeroglíficos descoloridos por el tiempo y los típicos adornos funerarios. Por el contrario, una en el centro, ricamente engalanada y con colores mucho más vistosa que las otras llamaba la atención. Y fuera del conjunto, algo más alejada, una sexta, claramente más discreta.
Les había sido concedida licencia para abrir dos de ellas, y tras algunas deliberaciones en equipo, decidieron estudiar la más llamativa, que al parecer de clase más alta, habría sido conservada con más miramientos que el resto y estaría en mejor estado y, la más alejada, por suponer que al parecer más pobre, habría sufrido menos manipulaciones y sería más fácil acceder a su interior.
Tras días, que fueron semanas y semanas que resultaron meses, de arduos y minuciosos trabajos, las dos momias habían sido desposeídas de sus capas externas, y se había llegado al cuerpo momificado, tan celosamente guardado, de cada una de ellas. El momento cumbre de la investigación estaba en marcha.
Llamaban la atención la cantidad de ornamentos, abalorios y capas de tela acumulados en la primera, si el interior estaba tan bien conservado como su exterior, la investigación sería un éxito; por el contrario la otra había resultado sumamente fácil de decapar, por lo que no albergaban muchas esperanzas sobre lo que podría ser encontrado al levantar los últimos girones de tela.
Las autoridades y eminencias científicas fueron ocupando sus improvisados lugares en primera fila. El que parecía tener más grado, comenzó, ayudado de dos jóvenes egiptólogos a levantar valiéndose de pinzas especiales, los harapos que aún se adherían al cuerpo momificado que yacía silencioso sobre la primera mesa, la más valiosa. Los testigos miraban sin ver nada más que movimientos imprecisos de manos, cuchicheos, entre dientes y los rostros de los especialistas.
Fue esto último, una mueca de desilusión en los tres rostros, lo que les hizo notar que algo no iba bien.
Tras meses de investigación y trabajos, la momia era polvo; estaba vacía, vana, hueca…
Tras el primer desengaño, se dirigieron a la mesa de al lado, sobre la que yacía la segunda momia, ahora ya sin esperanza de encontrar nada más que de nuevo polvo, arenillas, restos de descomposición con siglos de antigüedad…
Empezaron a rascar y tirar de los girones de oscuras telas, bajo un silencio sepulcral, la gente no miraba las manos, sino los rostros, esperando un nuevo fiasco científico, pero un chillido al unísono de los tres protagonistas del momento, llenó el silencio de palabras, dudas, risas, y ganas de saber.
Si, esta vez habían tenido éxito, la momia estaba en perfecto estado, las investigaciones continuarían y darían su fruto; los gestos de enhorabuena, y abrazos de alegría, se repetían entre todos los presentes, y cuando el científico jefe levantó la cabeza, sus primeras palabras fueron…
-También en el Antiguo Egipto, EL HÁBITO NO HACÍA AL FRAILE.
¿Conocéis momias de alguno de los dos tipos?
Esta historia se me ocurrió el otro día en una reunión de momias, por desgracia vivitas y coleando…
Las momias podrían ser estudiadas tanto por dentro como por fuera.
Hacía ya dos años que aquel enterramiento colectivo egipcio, había sido hallado, pero la inevitable burocracia, y las tareas de limpieza de restos de miles de años, iba retrasando una y otra vez el ansiado momento.
Eran 4 momias colocadas simulando los vértices de un cuadrado, nada especial en ellas salvo jeroglíficos descoloridos por el tiempo y los típicos adornos funerarios. Por el contrario, una en el centro, ricamente engalanada y con colores mucho más vistosa que las otras llamaba la atención. Y fuera del conjunto, algo más alejada, una sexta, claramente más discreta.
Les había sido concedida licencia para abrir dos de ellas, y tras algunas deliberaciones en equipo, decidieron estudiar la más llamativa, que al parecer de clase más alta, habría sido conservada con más miramientos que el resto y estaría en mejor estado y, la más alejada, por suponer que al parecer más pobre, habría sufrido menos manipulaciones y sería más fácil acceder a su interior.
Tras días, que fueron semanas y semanas que resultaron meses, de arduos y minuciosos trabajos, las dos momias habían sido desposeídas de sus capas externas, y se había llegado al cuerpo momificado, tan celosamente guardado, de cada una de ellas. El momento cumbre de la investigación estaba en marcha.
Llamaban la atención la cantidad de ornamentos, abalorios y capas de tela acumulados en la primera, si el interior estaba tan bien conservado como su exterior, la investigación sería un éxito; por el contrario la otra había resultado sumamente fácil de decapar, por lo que no albergaban muchas esperanzas sobre lo que podría ser encontrado al levantar los últimos girones de tela.
Las autoridades y eminencias científicas fueron ocupando sus improvisados lugares en primera fila. El que parecía tener más grado, comenzó, ayudado de dos jóvenes egiptólogos a levantar valiéndose de pinzas especiales, los harapos que aún se adherían al cuerpo momificado que yacía silencioso sobre la primera mesa, la más valiosa. Los testigos miraban sin ver nada más que movimientos imprecisos de manos, cuchicheos, entre dientes y los rostros de los especialistas.
Fue esto último, una mueca de desilusión en los tres rostros, lo que les hizo notar que algo no iba bien.
Tras meses de investigación y trabajos, la momia era polvo; estaba vacía, vana, hueca…
Tras el primer desengaño, se dirigieron a la mesa de al lado, sobre la que yacía la segunda momia, ahora ya sin esperanza de encontrar nada más que de nuevo polvo, arenillas, restos de descomposición con siglos de antigüedad…
Empezaron a rascar y tirar de los girones de oscuras telas, bajo un silencio sepulcral, la gente no miraba las manos, sino los rostros, esperando un nuevo fiasco científico, pero un chillido al unísono de los tres protagonistas del momento, llenó el silencio de palabras, dudas, risas, y ganas de saber.
Si, esta vez habían tenido éxito, la momia estaba en perfecto estado, las investigaciones continuarían y darían su fruto; los gestos de enhorabuena, y abrazos de alegría, se repetían entre todos los presentes, y cuando el científico jefe levantó la cabeza, sus primeras palabras fueron…
-También en el Antiguo Egipto, EL HÁBITO NO HACÍA AL FRAILE.
¿Conocéis momias de alguno de los dos tipos?
Esta historia se me ocurrió el otro día en una reunión de momias, por desgracia vivitas y coleando…
Buena moraleja.
ResponderEliminarEl habito no hace al monje...pero como dice Serrat: "da el pego".
Abundan estos pegos en este mundo.
Un abrazo...!
Ese día Cornelivs, o mejor aún, aquel día, volví a casa hundida, me dolió tanto la actitud de aquella "momia"... aunque escribí esto entonces he dejado pasar "un tiempo" de "reflexión", pero opté por publicarlo.
ResponderEliminarEs TODO real.
Besos
Jejeje... Lo siento Montse, pero "veo" la situación y me hace gracia: esas momias tan estiradas y engreídas ellas, totalmente ajenas a la belleza de aquella a la que desprecian. En el fondo me dan lástima al pensar en lo que se pierden, en fin, allá ellas...
ResponderEliminarNo es lo mismo mirar que ver. Sólo así podremos retirar esas vendas de tu metáfora.
Besos. ;-)
Pues a mí Carlos no me hizo "ninguna gracia" y, tú mejor que nadie sabes de lo que hablo...
ResponderEliminarMe alegro de que tu día acabe con una sonrisa, aunque sea a mí costa.
Besos
Hola, me encanta la egiptología pero es obvio que no hay que irse a Egipto para encontrar momias, jejejeee! me ha encantado tu po.
ResponderEliminarUn saludo.
lys,
ResponderEliminarBienvenida y gracias por tu comentario. A mí me apasiona... hice un estudio hace años de la mujer en el antiguo Egipto que debería ir poniendo poquito a poco. Me has dado una idea, si encuentro mis notas lo comparto. Un besazo
Por lo que se ve los sacerdotes que practicaron el embalsamamineto estudiaron en escuelas diferentes.
ResponderEliminar:-) Un saludo
A tu costa no Montse, jamás me reiría a tu costa y lo sabes, no seas cruel conmigo mala, malísima...
ResponderEliminarEs a costa de la momia vacía, y es una sonrisa malévola del que se alegra de que alguien se lleve su merecido. Esa momia en su vacua mente, en el fondo SABE y es consciente de ese vacío interior. El desprecio y el desdén a los demás son su arma, pero no puede impedir corroerse por dentro al sentirse inferior en la comparación con la belleza de su compañera. De ahí mi pérfida sonrisa.
Un beso. ;-)
Tony,
ResponderEliminarA la vista está...
;)
Besos
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Carlos,
¿Estabas escondido en algún rincón?.
lo describes como si hubieses estado presente ;).
Pásalo requetebién.
Un besote
Una reunion de momias???? jajaja, me encantan tus ocurrencias, si publicas cosas de Egipto a PP le encantaría, asi que animate.(Y tienes toda la razon hay reuniones de momias vivas)
ResponderEliminarUff, Ana, cuanto tiempo... virtual y real :(
ResponderEliminarPues si encuentro mis apuntes los publico, lo malo es que están en Inglés.
Un besote
a mi me gusta las historias me acuerdo en egipto no paraba de mirarme como lo hacen, tanto se puede estudiar con esa idioma egipcia de aquel entoces
ResponderEliminarinerestante post
ya hablaremos
te abrazo fuerte, hace tiempo que no lo hice
A mi me encanta todo lo que tenga que ver con esa cultura tan misteriosa...
ResponderEliminarOtro abrazo para tí Raquel.
sobrecogedor
ResponderEliminarTétrico, extremecedor pero sobre todo indignante.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Mi ex-suegra Montse!
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