Últimamente voy a andar por el paseo marítimo.
Hay en mi camino, un chiringuito en el que suelen picotear, sobre la arena que lo rodea, un buen número de palomas. No existe en toda la playa un lugar tan poblado de estas aves como ese, y cada vez que paso por allí, paro unos minutos a observarlas...
Hay en mi camino, un chiringuito en el que suelen picotear, sobre la arena que lo rodea, un buen número de palomas. No existe en toda la playa un lugar tan poblado de estas aves como ese, y cada vez que paso por allí, paro unos minutos a observarlas...
El otro día llevé conmigo la cámara, pensando en tomar alguna foto. Cuando sólo había hecho un par de disparos y sin explicación aparente, todas las palomas al unísono, levantaron el vuelo a una distancia del suelo ridícula, no más de un metro… y volvieron de nuevo, a su posición sobre la arena.
Bajé la cámara y busqué el motivo de tan extraña conducta y, mirando hacia el chiringuito, vi que un hombre de indefinible edad, y más bien dejada indumentaria, me miraba desde el dintel que separa la madera que forma la construcción playera, de la arena…
Le miré y me miró, y haciendo un gesto de aleteo con sus dos brazos, las palomas volvieron a levantar el corto vuelo anterior, y ante mi cara de asombro, él, como si de una función cirquense se tratara, repitió su movimiento, tres o cuatro veces más; lo que equivalía a ver en primera fila una maravillosa danza de palomas, elevarse y bajar de nuevo y, como fondo… el mar.
Era tal mi asombro que no se me ocurrió filmarlo con la cámara, es más, ni siquiera fotografié a las palomas otra vez…
Mi boca seguía abierta y él ante mi gesto de “no me lo creo” sonrió, me regaló un nuevo pase con otro aleteo, y dando la vuelta, se adentró en el chiringuito, a algún lugar fuera del alcance de mi vista…
Desde entonces, lo he visto más de una vez, sentado, hablando con alguien o, en la sola compañía de sus amigas las palomas.
Vive allí, no mendiga, al menos yo nunca lo vi hacerlo, desde mi posición, y haciendo por ver, se observan, una vieja manta, una silla de playa amarilla y bolsas de plástico que contendrán sus escasas pertenencias...
Este sábado, el día se asemejó a los del verano, calor, sol… la playa era un hervidero de gente ávida de precisamente esto, verano. Emprendí mi paseo y llegando al chiringuito en el que supuestamente habita este hombre, algo llamó mi atención: las mesas estaban montadas, las maderas que lo protegen durante el invierno habían sido levantadas y, había gente tomando cervezas…
Se me hizo un nudo en el estómago y una inevitable pregunta acudió a mi mente :
- Y... ¿El “sintecho”?
Al llegar al otro lado, el nudo que me oprimía, desde que mis ojos captaron el cambio de estación vía chiringuito en funcionamiento, se apretó aún más, la silla amarilla, la manta, y las familiares bolsas formaban un montón tipo vertedero, sobre la arena de la playa.
De él ni rastro…
Seguí mi camino hasta el puerto, absorta en mis pensamientos, tratando imaginar qué habría sido de aquel peculiar personaje.
Al regresar, y pasar de nuevo por aquel lugar, estaba sentado con sus cosas… sonreía y saludaba a los viandantes que como yo paseabamos, con cara de felicidad…
No he vuelto por allí…
Sigo preguntándome qué habrá sido de él.
Os dejo imaginar el final del relato…
Si algún día me llega a mí su historia verdadera, prometo contárosla.
Montse. Mira, tengo que decirte que siento envidia. Sí, envidia de tu playa con calorcito.
ResponderEliminarMuy cerquita de mi casa, también tengo playa, pero el Cantábrico no es manso, y el tiempo aún es frío.
Por eso en tu relato me he sentido paloma, y hombre sonriente, y he sido tú misma.
Pues ¿No me ha dicho el mismo Dios que yo soy tú... Y que tú eres yo y que...? ufff. que lío.
Un abrazo, Montse, amiga.
Celia,
ResponderEliminarun comentario precioso.
Me dijo una vez una amiga inglesa, que en inglés, hay un dicho que reza: siempre vemos más verde el jardín del vecino, y qué verdad es... jaja, yo envidio tus veranos frescos, y tu mar bravío con su belleza, pero... reconozco que soy privilegiada, puesto que de todos los sitios en los que viví, me quedo con esto...
Un beso y gracias
Jo, qué envidia!!
ResponderEliminarAquí hoy hacía un poquito más de calor, pero la chaqueta no se la quita nadie....!
En la playa puedes ver de todo, yo ví este verano un hombre que hizo unas figuras increíbles con la arena de la playa, pero tp tengo fotos... jaja
Cómo me habría gustado ver a este hombre con las palomas...!
Un besazo!
Me encanta el espectáculo circense que tuviste ocasión de ver. Qué precioso tiene que haber sido. El hombre, seguramente, se habrá ido a otro lugar porque ya montaron el chiringuito. Seguro que sige bien y adiestrando a otras palomas.
ResponderEliminarUn beso fuerte, me encantó tu relato.
Cristina,
ResponderEliminarPero seguro que tu no llevabas la cámara, yo sí. Pero ni se me ocurrió...
jeje
Besos
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Marga,
Eso creo yo...
Uno de estos días pasaré por allí de nuevo, quizás entre semana siga en "su sitio".
O, quizás como tu dices haya montado el chiringuito en otro lugar...
Besos
Preciosas fotos del paseo marítimo de Almeria. Conoces el mito del hombre paloma?
ResponderEliminarEl hombre paloma fue creado por medio de un proceso complejo y muy antiguo:
Paso 1: agarra un huevo de paloma y metelo debajo del colchon
Paso 2: despues de 1 semana, sacalo y metelo en agua fria
Paso 3: calientalo con un secador de pelo
Paso 4: devuelve el huevo a su nido, si la paloma madre se fue, intenta con una gallina, Hugo Chávez o un sapo muerto.
Paso 5: cuando salga la criatura repugnante, escondela en una caja por 4 dias y dale de comer arroz y frijoles.
Paso 6: cuando hallan pasado 1 semana y media del nacimiento del bebé paloma, dejalo ir tirandolo de un edificio o de un arbol muy alto.
ADVERTENCIA: A VECES LA CRIATURA RESULTANTE DE ESTE PROCESO NO ES UN HOMBRE PALOMA SINO UN PALOMBRE, EL PALOMBRE NO PUEDE VOLAR ASI QUE SE HARÁ Mierda CONTRA EL SUELO.
Esto es sacado de http://inciclopedia.wikia.com
me quedé alucinado..
un abrazo
Tony,
ResponderEliminares Aguadulce, y... me has dejado loca con el mito ese... nunca había oído hablar del palombre.
¿Sabes de donde viene la historia?
Con lo que me gusta verlas en el chiringuito ( que creo ya no estarán nunca más por allí), ahora pensaré en tu mito y no las miraré con tan buenos ojos.
Gracias por compartir el mito;)
Besos
Jo, pues me ha dejado un poco triste la historia...esperaba que sí le hubieses podido volver a ver...
ResponderEliminarojala ese sea el final de la historia...que vuelva a aparecer y vuelva a hacer bailar a las palomas.
Besitos.
Comparto contigo el asombro diario ante la maravilla de nuestro mar del sur. Tu relato es precioso, ls fotos que lo aderezan son obras de arte.
ResponderEliminarLas palomas son muy amigas de la arena de la playa.
En Mazarrón hubo un hombre así, l que incluso dedicaron un monolito cundo murió. Se llamaba Juan Coy, era un viejo pescador retirado que cuidaba amorosamente de los patos que colonizaban un recodo del puerto, junto a un espigón, y de la corte de palomas que se acercaban al rebufo para provechar el pan que el viejo repartía a sus animalillos. Era como un san Francisco de Asís marinero.
Lástima que la modernización del puerto eliminara ese entrañable recuerdo, con su placa de cerámica lorquina.
Menos mal que ninguna modernidad puede acabar con nuestro recuerdo sentimental.
En la localidad en la que yo trabajo, hay un hombre que sus facultades psiquicas las tiene perturbadas, pero no hace daño a nadie. Su mayor afición es estar sentado en un banco donde el pueda escuchar a los pajaros y echarles de comer migas de pan, cuando paso por su lado todo el suelo cruje pues hay una cantidad inimaginable de pan duro. El así es feliz.
ResponderEliminarSyl,
ResponderEliminarsiento no tener final, pero me alegro en parte porque así no hay pocobilidad de que sea un final triste.
sólo me hizo pensar...
Besos
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Celia,
Lo que se nos graba dentro es imborrable, por mucho que nos quiten el monumento, o cambién la cara de la fachada, nuestro interior no se borra...
Guardaré su cara y el baile de las palomas por mucho tiempo.
Besos
Anónimo,
ResponderEliminarestá claro que si las palomas están allí es porque él las alimentaba... Desaparecido él, desaparecerán las palomas...
Una pena puesto que adornaban la playa, como podeis ver en la foto...
Un abrazo
Lindas fotos de tu paseo que conozco, por cierto, ..muy bello; pero para belleza el relato de tu encuentro con ese hombre y sus aleteos:)
ResponderEliminarUn beso grande
Según leía el final del post, y los comentarios, me preguntaba por las palomas, pero ya dices que se han ido también. Bueno, pues si seguramente se habrán ido a un lugar más tranquilo para todos ellos.
ResponderEliminarUn besote,
Oteaba,
ResponderEliminarGracias, es triste, pero no deja de ser bonito.
Besos
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Bear,
No lo sé Bear, desde el sábado no he vuelto, espero que estén con él en su nuevo emplazamiento.
Un besote
Que preciosidad de fotos Montse, que bonito debe de ser todo aquello...!
ResponderEliminarNo sabemos cuando, pero sabes que tenemos prevista una ruta un fin de semana por allí.
Un abrazo.
Gracias, Cornelivs ;)
ResponderEliminarY... ¿podrás dejar a tu "tropa" al menos 1/2 horilla para tomarte un café conmigo?
Besos
Al ver esas fotos vienen a mi muchísimos recuerdos, creo que hasta se me ha olvidado cómo son Alguadulce y Roquetas, tengo ganas de volver y poder tomarme un café contigo...ains...
ResponderEliminarUn besote!
Eso no se olvida,y... ya sabes donde estamos.
ResponderEliminarNo sé por qué me acabo de acordar del cuento del carrete de hilo...
Besos a tí también
Hola @migamí@ tienes varios premios esperando en mi blog. Puedes recogerlos a partir de mañana
ResponderEliminarUn rampybeso
Rampy
Gracias, Rampy,
ResponderEliminarVeo que te las ingeniaste para resolver el problema...
Un besote
La vida está llena de sorpresas e imprevistos, que en ocasiones nos desconciertan. Pero así son las cosas y así hay que entenderlas para darnos cuenta de que a nuestro alrededor pueden pasar muchas más cosas de las que imaginamos. Tu relato es creativo, sensible, lleno de humanidad, de ventanas abiertas y ojos en permanente vigilia. Un encuentro fortuito, un encuentro sin palabras. Basta solo el aleteo de las palomas para llevar a pensar que el dia ha sido diferente. Un abrazo
ResponderEliminarEl mundo es un entramado de vidas que se juntan, caminan unidas un trecho y se separan, muchas veces para no volverse a encontrar.
ResponderEliminarDetrás de cada mirada, de cada persona, se ocultas otras vivencias, distintas experiencias, iguales risas y llantos...
Soy de la opinión de que cualquier ser humano, por el hecho de serlo, tiene algo enriquecedor para nosotros. Y alguien que puede hacer bailar a las palomas seguro que tiene mucho que contar. Y quizá tú tengas entonces mucho que escribir...
Besos. ;-)
Fernando,
ResponderEliminar¿Qué podía decirte yo que no hayas dicho tú?
fue un día diferente, y... un retazo más en mi mosaico, como tú comentas por sorpresa, inesperado...
Tengo que volver por allí, e intentar darle un final al relato ...
Un beso y gracias
Carlos,
ResponderEliminarQué razón tienes, y de que manera me hizo pensar ese encuentro, por desgracia tan breve...
Me pregunto una y otra vez que habrá tras sus harapos, qué pasado llevará a sus espaldas y sobre todo, cual será su futuro...
Me da la impresión de que tendría mucho que contar y nosotros mucho que aprender de él...
Besos
HAY algunas personas que creen que solo serán felices en lugares distintos, y recorren el mundo a lo largo de toda su vida... haciendo bailar a las palomas, con el mar de fondo, y actuando sólo para personas que dejan entrever algún "retazo" de su alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues me gusta ese final Rosa, hasta que no haya otro me lo quedo ;)
ResponderEliminarBesos
Pues me alegro de que te guste...me refería a tí ( ese retazo era de la tuya ).
ResponderEliminarjajaja, Rosa, pero el que viaja de un lado a otro en busca de palomas o algo por lo que vivir, era él...
ResponderEliminarQuiero pensar que sigue viajando en busca de un lugar en donde montar de nuevo su circo de palomas...
Besos
Creo que no me has entendido o nó me he explicado.
ResponderEliminarLa persona para la que actuaba el Señor haciendo bailar a las palomas, le corresponde el alma que sabe ver es baile., y esa eres tú., el retazo es el de tu alma.,
Lo pillas?jajajajj
Muy interesante la historia. Por cierto el lugar me sonaba. Creo que he pasado por Aguadulce alguna vez. Saludos!
ResponderEliminarNo sé, Josef, todos los paseos marítimos se parecen, pero nunca es tarde para venir a conocerlo, o recordarlo.Gracias
ResponderEliminarUn besote
Montse, Monste!
ResponderEliminarTienes un arte especial para endulzar con palabras, esta historia ahora no es lo mismo, realmente te dejaste llevar y plasmaste desde adentro. Sé que somos dos mujeres “Sin tiempo” y que cuando me lo contaste andábamos a las CUATRO manos de atareadas, pero iba leyendo y me parecía que recién me enteraba de tu amigo espantador de palomas. (Es casi amigo porque siempre está)
¿El final? Muy predecible, Montse acercándose al señor y hablando de bueyes perdidos, o preguntándole si no necesita otra manta.
Eres especial, y estoy contenta de haberte conocido… ¡Aunque a veces estés Perrísima! Jajaja.
Besos.
Vivian, pues casi, casi predices el pasado...
ResponderEliminarAyer volví, y miré..., sí sus cosas están ahí, poco a poco voy construyendo su vida, me encantaría hablar con él, pero adentrarme en su mundo no me parece la mejor idea, confío en que alguien a quien tu conoces, me haga el favor ...
Y te contaré que hoy me crucé con él, estaba al lado de la carretera porla que yo pasaba en el coche, me míró y lo miré, y por el retrovisor ví que seguía mirandome cuando yo me alejaba...
Un besote
HABRÁ SEGUNDA PARTE