Cuentame un cuento...
¿A quién cuando era un niño no le gustaban los cuentos? ¿Quién no los recuerda como algo maravilloso que nos acompañó durante toda nuestra vida? Y… ¿Quién ahora, ya adulto no ha narrado una de estas historias a un atento chiquillo, deseoso de un final feliz como acaban todos los cuentos?... ¿Todos?... ¡NOOOO!
Entre mis retazos de niña, guardo dos historias, supuestamente “cuentos infantiles” que me hicieron llorar de pena. Hasta hoy, no las había querido releer porque recuerdo perfectamente cómo me sentí cuando me enfrenté a ellas por primera vez.Hoy, precisamente en este momento, he decidido darle un final feliz a una de ellas, ¿la otra?… En un próximo retazo.
¿Quién no ha escuchado o leído alguna vez la historia del Soldadito de Plomo?
Es este uno de los relatos más conocidos del genial Hans Christian Andersen, aunque bajo mi modesto punto de vista no uno de los mejores.
...Ese pobre soldadito, que no pudo ser terminado totalmente, como el resto de su escuadrón, porque se agotó el plomo con el que estaban siendo fabricados, y quedó cojo. Nuestro desgraciado héroe no tenía una pierna, y esto ya de por sí es triste, pero su historia lo es aún más.
Perdidamente enamorado de una muñequita vestida de bailarina podía pasarse horas embelesado con su sonrisa. Una noche, distraido contemplandola, una fuerte viento lo empujo y lo precipitó por una ventana.
Ya en la calle unos niños lo embarcaron en un barquito de papel y lo soltaron en el agua que corría con fuerza a causa de la incesante lluvia. Fue, de este modo, arrastrado por la corriente hasta llegar a un pantano. Allí sirvió de alimento a un glotón pez que pronto capturaría un pescador y posteriormente sería vendido en un mercado.
La compradora trabajaba para una casa que, por romper un poco la racha de mala suerte, resultó ser el mismo sitio en el que empezó la historia; pero cuando parecía que las desgracias habían acabado y nuestro héroe volvía feliz a su casa, al lado de su enamorada y bella bailarina… su dueño se dio cuenta de que era un inútil soldado sin pierna, con olor a pescado y sin piedad, lo arrojó al fuego …
Esto no es bajo mi punto de vista una historia de niños ni para niños. Es un relato macabro y desagradable de los pies a la cabeza…
Vamos a intentar arreglarlo un poquillo.
Supongamos que el amor entre nuestros amigos es un amor precioso, procuran ocupar siempre el uno un sitio al lado del otro en la estantería de los juguetes, y a su manera se hablan con palabras mudas pero entre ellos puros sonidos de amor…
Un día en que el soldado se hallaba demasiado cerca de la ventana, una fuerte racha de viento lo precipitó a la calle. Allí unos niños lo encontraron y lo embarcaron en un bonito barquito de papel hecho con periódicos viejos. Nuestro héroe se enfrentó en su travesía a toda clase de peligros de los que, a pesar de carecer de una pierna siempre salía airoso.
Luchó con la corriente que lo arrastraba salvajemente por las calles, venció a feas ratas y a un fiero gato que quiso hacer de él su juguete. Logró a duras penas llegar sobre un barco de papel, demasiado mojado, a aguas más tranquilas y allí se hundió rápidamente. No había tocado aún el fondo, cuando un voraz pescado se lo tragó. Y poco después, cuando empezaba a faltarle el aire, sintió como el pez era izado y… se hizo la luz. Pronto se dio cuenta de lo ocurrido: estaba otra vez en su casa.
En el mismo momento en que apareció en el interior del pez, su dueño, lleno de alegría, se precipitó a recogerlo, lo lavó con cariño, lo secó con cuidado y lo abrazó… entre susurros, el soldado oyó toda la historia; había sido encontrado dentro del estómago de un pescado que habían comprado en el mercado.
Cuando estuvo limpio y seco fue llevado de nuevo, a la habitación de los juguetes , y allí, su enamorada bailarina lo miró con esa mirada que sólo un amor profundo es capaz de esgrimir y su inmovilidad de juguete no le permitió acercarse a darle un beso y un abrazo, pero hay quien dijo que le vieron llorar de alegría…
… y este cuento se acabó.
¿No os gusta más así? A mí particularmente ¡SI!
Para tí Miriam, la especialista en cuentos infantiles. Espero que te guste su nuevo final y que estes de acuerdo conmigo en que este no es un cuento para niños.
ResponderEliminarUn beso
Querida amiga:Si que me gusta el cambiazo que le has dado,así es como tendría que haber sido,seguro que en ese momento estaba amargado o se había dejado influir por el realismo ruso.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo. Gracias!!!!
ResponderEliminarMe encanta el nuevo final.
Muchos besos!!
Me encanta el final del cuento, estoy totalmente de acuerdo en cambiar los finales a los cuentos. Yo lo hago cada noche con mi hijo. Todos los animalitos pierden la madre…son abandonados…que horror…
ResponderEliminarBesos y abrazos
-P-
Por esto de los finales de los cuentos...el algarrobo es mi árbol…porque allí todo era diferente…un niño empezó a ser hombre y un hombre aprendió de nuevo a ser un niño…prometo que si tengo tiempo lo escribiré, pero tú tendrás que hacer el dibujo (y me quedaré el original)
ResponderEliminarbesos y abrazos
-P-
Por supuesto lo haré y... ¡me muero de ganas!, ya sabes que lo de dibujar árboles no me da ninguna pereza. Y desde ya, cuenta con el original.Ya es tuyo. Un beso y gracias por tus comentarios
ResponderEliminarLa verdad nada supera al original pero debo admitir que fue un buen intent.
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