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martes, 11 de marzo de 2008

Rutina

Foto tomada de "Imagenes y Momentos" de Juan Quesada


Nuevo día, misma rutina.



Salió de su casa temprano, pero el relente nocturno aún estaba presente en las calles; volvió sobre sus pasos y abriendo de nuevo la puerta , que había cerrado sólo escasos momentos antes, tomó su sombrero del perchero de la entrada, su inseparable amigo en estas fechas de fríos invernales, y volvió a recorrer por segunda vez, los mismos pasos hacia la calle.


Podría ser hoy cuando sucediera el milagro...


Su cabeza se enfriaba con demasiada facilidad a causa de la precariedad en número de los ya de por sí finos cabellos; y a la par sus orejas, que no sólo enrojecían a causa del frío, sino que le causaban una muy desagradable sensación de aguijonazos. Por ambas razones, y también por una cierta coquetería, que aún guardaba a buen recaudo en sus bolsillos, se caló su sombrero y sin más demora emprendió su camino.


Quizás hoy; puede que sí...


Como cada día, se sentó en una de las dos sillas que amablemente le guardaban cada tarde, cuando recogía sus cosas para marcharse, en un comercio cercano. Colocó su pequeño taburete, y comenzó a leer el periódico, que como siempre había comprado para pasar de una forma algo más amena el tiempo, puesto que le quedaban muchas horas por delante, y muchos cupones por vender… si había suerte.
Pero a él no le importaba esa clase de fortuna, su mente iba por un camino distinto al del sueño que él ofrecía , que él vendía en forma de números, no quería dinero, la suerte que él buscaba era otra y, podía llegarle hoy…


¿Se cumpliría aquel día su sueño?


Desde que su mujer María murió, quedó tan sólo… su vida estaba vacía, quiso morir, no salía de la monotonía de su casa… Por suerte una mañana el optimismo llamó a a su puerta con determinación y, entonces, apoyado en este nuevo compañero, emprendió contienda contra la tristeza, le plantó cara a su soledad y se marcó una nueva meta que le diera algún atisbo de alegría, que le demostrara que la vida para él no había concluido.
Desde entonces, superado aquel bache, y lleno de nuevas esperanzas, no ponía en la calle una sola silla, sino dos por si…


Ese día, alguna buena mujer se decidía a sentarse a su lado…

3 comentarios:

  1. La rutina es fácil de romper...una simple mirada es capaz de asquear a la pesada monotonía que nos propone el paso del tiempo.


    Besos!!!

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  2. Odio la rutina, el ritmo no puede ser siempre el mismo, hay que variar tanto uno como otro y ampliar horizontes...
    Besos!!!

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  3. Un post entrañable y nostálgico que me ha gustado leer. cuando se llega a ese punto en la vida uno ha de saber que ya falta poco para finalizar el camino y tomarse todo el tiempo que le queda con tranquilidad y descanso... si puedes permitirte el lujo de hacerlo...

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