Hablabamos ayer del "Carpe Diem", de la necesidad de tener en cuenta cada simple segundo que pasa por delante nuestro, para ser aprovechado al máximo; vivir el ahora y nunca dejar las cosas que puedan ser hechas hoy, para el incierto mañana …
Me gustaría aclarar una cosa sobre estas palabras del latin, su traducción exacta no es “vive el momento a tope” sino “aprovecha el momento a tope”…
Y entonces Miriam me hizo un comentario al que respondí con una promesa, contarle un cuento de los que NO me gustaron nunca, de los que yo catalogaría de crueles ¿recordáis la entrada sobre el cuento del “Soldadito de Plomo”? Pues os dejo ahora otro ejemplo de relatos infantiles NO aptos para niños, que aunque esconda ciertas enseñanzas, también puede causar traumas en las inmaduras mentes infantiles…
La bobina mágica
Erase un principito que no quería estudiar.
Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiró tristemente, diciendo:- ¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?
Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz:- Trátame con cuidado, príncipe.
Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se irá soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no podrás enrollarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.
El príncipe, para cerciorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiró un poco más y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, preguntó: - Dime bobina: ¿cómo serán mi esposa y mis hijos?En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado.
Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando más hilo para saber como serían sus hijos de mayores.
De pronto se miró al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados.
Se asusto de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados!
Desesperadamente, intentó enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla que ya conocía, habló así: - Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse.
Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo.
El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho.
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