Abrazos y Palos a Terceros

Una llamada inesperada…
Hoy había pensado yo en esa misma persona, y decidí llamarla, pero ella se adelantó.
Es algo que me sucede a menudo, pienso en alguien que me importa y aparece de alguna forma.

Es una “NUEVA AMIGA”.

Una relación muy liviana pero aunque no nos veamos casi nunca, creo que hoy, nos llevamos dentro.
Es de esas personas a las que te cuesta llegar: cerrada, profunda, difícil de entender, pero de las que se puede aprender tanto...
Yo soy el nervio y la raza, ella la calma y la paz…
Somos algo así como” el Ying y el Yang”.

Entre los varios temas que tocamos cuando hablamos, siempre acabamos hablando de los hijos, que fue lo que nos unió.

Algunas de sus aportaciones en forma de sabias palabras, ( sería tremendamente largo citar todas) esta vez fueron:

-El darme las gracias por algo, que yo hago porque me sale de dentro; para mí es un placer, nunca una obligación, y quizás debería darle las gracias yo a ella, por proporcionarme ese placer…

Reflexión: Siempre que nos agradecen algo, hay algo que agradecer a cambio.

-La frase: "Lo que le hacen a un hijo es lo mejor o lo peor que te pueden hacer a ti".
Ella ese día me llamaba para felicitar a mi hija que acababa de aprobar el carnet de conducir a la primera y con el hándicap de haber dado las prácticas de la forma más anárquica que os podáis imaginar (venía algún que otro viernes desde Murcia con ese fin…)
El hecho de alegrarse con mi hija, y conmigo, me demuestra que le importamos, y tengo que agradecerlo sobremanera.

¿Cuántos de los que aparentemente son tus amigos no se alegran o entristecen con los éxitos o los fracasos de los tuyos? El silencio en este caso, duele tanto…

Reflexión: ¿se puede medir el grado de amistad de otras personas hacia ti, por cómo se portan con los que tú más quieres?

Estos “abrazos” o en su caso “palos” en forma de actos en tercera persona, son mucho más de fiar en cuestión de medir el grado de amistad, que los sufridos en propia carne.