De veras... Estoy hecha un lío.

Se llaman Ella y El (no voy a dar los nombres reales), tienen desde siempre, al menos desde que yo llegué a esta población, hace ahora 15 años, una tiendecita de discos. Ella es inglesa, El español.
Su negocio forma parte de mis recuerdos aquí, de mis retazos… Les he encargado música rara, cosas difíciles de buscar, y siempre El, con su sonrisa y Ella con su amable conversación han conseguido encontrarlo.
Sé que Ella ahora está dando clases de inglés, para sacar algún dinero extra. La tienda va mal, están intentando mantenerla porque es su vida, pero lo que ganan apenas les da para pagar tanto impuesto. No pueden, cuentan, con la competencia de las mafias de CDs piratas, a las que se ha añadido la música bajada de internet… ¿Quién hoy en día no lo hace?, y como anécdota cuentan cómo su propia hija descarga música para su MP4…Sin olvidarse de otros que se arriman para merendar sin haber aportado nada que comer: la Sociedad General de Autores y la Cámara de Comercio de Almería, en este caso…
… …

Ahora reproduzco unas declaraciones de una amiga, muy metida en política, en un área ligada al mundo de la venta ambulante. “Se quejan los “tenderos” en el mercadillo, de cómo los mantas les quitan clientes sin pagar impuestos y sin ni siquiera tener que pelear por un sitio bueno”. Y le contaban que en cuanto ven a un policía pidiendo documentación, lían su manta con su mercancía dentro, hacen un hatillo, y desaparecen el tiempo justo que tarda el policía en cruzar … Al cabo de media hora están de nuevo en su sitio como si nada… Y a ellos los municipales les piden una y otra vez las licencias y permisos...

Además el morenito que vende los discos le cuenta feliz al tendero"legal" del puesto de al lado , como el gobierno le ha dado una casa de acogida, y su familia, que ha venido en virtud de no sabe qué "ley de agrupación familiar", tiene subvenciones, becas y ayudas de todo tipo...

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Y por último vuelvo de nuevo a mi historia de ayer...

El otro día cuando recorría andando tranquilo los pocos metros que separan mi café de media mañana, de mi vuelta al trabajo, pensando como siempre, en qué me depararía el resto de la jornada… Me fijé en sus caras, hasta hoy anónimas. Tristes, cansadas, sin vida… Normalmente no lo hago, paso ensimismado en mis propios pensamientos, y ellos quedan al lado de dentro de la acera, en silencio y sin apenas movimiento… Son 6 o 7 “top mantas” que forman ya parte del camino. Se han integrado en el paisaje que recorro cada día, no molestan, no intentan llamar la atención, sólo esperan pacientemente, helados de frío, a que alguien se acerque a su manta y, con un poco de suerte les compre algo de lo que ofertan. Su única tarea a lo largo del día, es la de colocar, de vez en cuando, los CDs y Videos que algún desalmado “mala leche” ha pisado a propósito.
De repente, algo extraño rompe la monotonía, me sobresalto... En menos de un segundo, como una bandada de pájaros que levanta el vuelo, los 'manteros' recogen sus mantas como pueden y echan a correr calle abajo, perdiendo en la huida parte de su mercancía para regocijo de los viandantes que la recogen sin pudor…
La policía se acerca…

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A mí todo esto me afecta, ¿Quién tiene razón?, ¿A quién hay que proteger?, ¿Quién es el débil?, ¿Quién comete delito a ojos de la justicia? ¿Están bien planteadas las leyes para defender al que lo merece y castigar al culpable?
De veras …
¡Estoy hecha un lío…!