Del Amor...

De un tiempo a esta parte, la sombra de la búsqueda de pareja, por parte de gente que me rodea, me persigue…

Tanto en amigos virtuales, como en la gente que tengo alrededor, parece que el ambiente se está volviendo primaveral y que much@s buscan “emparejarse” desesperadamente.

¿Por qué el que no tiene pareja llegada una edad, que de hecho nadie marca, está mal visto socialmente o incluso por uno mismo?

Es un tema tan complicado como atrayente.

Dejando de lado los planteamientos y creencias religiosas, que lógicamente serán distintos y perfectamente respetables, para unos y otros, hago aquí una reflexión general.

Siempre se pensó que tiene que haber alguien por esos mundos que sea nuestra “alma gemela”, y a la que tenemos que encontrar para poder unirnos a ella para siempre…

Yo creo todo lo contrario. Yo soy partidaria de que el amor se encuentra, no se busca, y que si dejamos el instinto sexual, que heredamos de nuestra parte animal, de lado por un tiempo, lo que nos queda como complementario no es “otro yo”, sino alguien totalmente distinto que me pueda enriquecer, y a quien yo pueda enriquecer, y que me complemente, no que me dé más de lo mismo, más de lo que yo ya poseo…

Para amar a una persona no es necesaria la prueba del sexo. Dejando los planteamientos religiosos o de otro tipo que cada cual pueda tener, y que de hecho no son ni mejores, ni peores, sino personales, el amor y el sexo normalmente están separados.

La plenitud llega cuando dentro del amor, ya consolidado hay sexo. Entonces sí se puede hablar de verdadera unión, pero no antes, puesto que el sexo “a prueba”, puede ser tan placentero con alguien, que nos lleve a equívocos, y nos haga unirnos a ese “alguien” de quien no estamos enamorados. Eso es puro comportamiento animal y esa relación va derecha al abismo.

Amar a una persona es leer en sus labios, no tener ojos nada más que para ella, que suenen a música todas sus palabras y que el tiempo que se pase con ella no queramos que acabe nunca.

Como dije antes, enriquecerse y enriquecerla.

Esta es la parte humana de nuestra naturaleza, la grandeza del hombre no está en su vertiente sexual, sino en la afectiva, pero por suerte nosotros podemos gozar de ambas, cosa que los animales no pueden hacer.

A mi mejor amigo, a mis hijos, a quien quiero de verdad, les aconsejaría que nunca se fíen de un “amor” que comenzó sexualmente, sino del que comenzó afectivamente. En uno el fracaso es casi seguro, en el otro el éxito en la relación es muy probable.

Y me pregunto… ¿Quién soy yo para deciros todo esto?